El Anís del Mono

El 14 de marzo de 1892, Vicente Bosch y su hermano José registran la marca de Anís del Mono. Uno de los productos que elaboraban en su exitosa fábrica de licores de Badalona.

En un viaje a París, en la plaza Vandôme, quedó encantado con la forma de corte adiamantado de un frasco de perfume que regaló a su mujer y la adaptó a su botella de anís, pidiendo los derechos al perfumista y registrándola como marca gráfica el 29 de diciembre de 1899. A partir de ahí la famosa botella ha sido plasmada por muchos artistas como Juan Gris, Dalí, Picasso o Diego Rivera. Ha aparecido en películas como Donnie Brasco, No habrá paz para los malvados o El Padrino. Y también es utilizada como instrumento musical en algunos grupos folclóricos.

Botella

Volviendo al pasado, en 1898 Vicente Bosch convoca un concurso de carteles para par a conocer su producto, llevándose el primer premio el famoso pintor catalán Ramón Casas con el cartel «mono y mona»

En 1913 se convierten en pioneros al colocar en la madrileña Puerta del Sol el primer cartel luminoso de España.

Mono y mona

Su etiqueta, diseñada por Sala, suegro de Vicente Bosch, también encierra algunas curiosidades. Uno es el error ortográfico que aun perdura hasta nuestros días. Si nos fijamos podremos ver que pone DESTILLACION ESPECIAL en lugar de destilación. Sin embargo lo más significativo es el propio mono, cuyo origen da lugar a cuatro teorías:

El mono de América.

Se dice que en uno de los barcos que atendía los negocios de la familia en América venía un simio que acabó instalandose en la fábrica como mascota. A partir de entonces la gente empezó a llamarla la fábrica del mono.

Etiqueta

El mono creacionista.

En el momento del nacimiento de la marca, existía un debate feroz en torno a las teorías del científico inglés Charles Darwin. La inclusión de un mono humanizado fue para algunos una muestra de apoyo de Bosch a las teorías darwinianas. Para refrendar esto, el mono de la etiqueta sostiene un pergamino con la inscripción «Es lo mejor. La ciencia lo dijo y yo no miento»

En este sentido, el historiador Enric Satué («El libro de los anuncios») afirma que:

“…quien realizó una auténtica obra de creación fue el padre político del propietario, el señor Sala, que se hizo cargo del diseño de la etiqueta. Sala, que era un amateur de las artes plásticas, se apresuró a crear un personaje que se adecuara a la hoy centenaria botella. El resultado formal (probablemente imprevisto), conlleva tal carga ideológica que convierte esta simple etiqueta, para decirlo sin ambages, en un panfleto político de lujo.

Para empezar, el personaje no se puede clasificar, en rigor, entre los monos. Se halla en un proceso de metamorfosis lo bastante avanzado entre primates y hombres como para atribuirle la pretensión de resumir por sí solo la teoría del evolucionismo, ferozmente rechazada en aquel tiempo. De acuerdo con el análisis iconográfico más superficial hay que considerarlo, sin duda, un diseño plenamente positivista y, en este sentido, políticamente revolucionario si tenemos en cuenta el contexto sociocultural de la época. Y decimos esto porque no se limita a caricaturizar un tema científico de actualidad polémica, sino que toma partido -¡y de qué modo!- a favor del darwinismo militante, es decir, del progresismo que representaban una serie de fuerzas opositoras muy heterogéneas: republicanos y federales, positivistas, anticlericales y anarquistas, etc.

(…) ¿Cómo es posible que durante aquella tempestad ideológica esa “ingenua” etiqueta de visible tendencia darwinista no fuera excomulgada, y ni el obispo, el gobernador o el ejército tomaran medidas para retirarla de la circulación? ¿Acaso el fino paladar del licor que contenía la botella tenía la facultad de amansar a las fieras? (…)

La carga provocativa que la imagen del mono-Darwin transmite no es del todo inconsciente, y ello es lo más desconcertante de toda la anécdota histórica. Por ejemplo, en el papel que sostiene en la mano derecha se puede leer una lacónica e irreverente leyenda: “Es el mejor. La ciencia lo dijo y yo no miento”. Indudablemente, al poner por testigo la ciencia -en lugar de Dios, por ejemplo- se pone de relieve, consciente o inconscientemente, la tendencia laica y materialista de la escena. Además, la redacción del mensaje denota una arrogante retórica, más propia de los positivistas o de los anarquistas que de la respetuosa y autosatisfecha familia burguesa, de la cual salía y a la cual se dirigía el producto”.

Sin embargo para otros representaría una parodia de las teorías evolucionistas. De hecho, Vicente Bosch era conservador católico, y ello no parece muy coherente con ser darwinista en aquel tiempo.

Darwin

El ilustrador.

Una tercera teoría es que Vicente Bosch encargó a un ilustrador varios dibujos de animales para sus productos y escogió un mono para el anís, del mismo modo que escogió un toro para el ron y un centauro para el coñac.

El mono de Monóvar.

Esta hipótesis habla de una epidemia de cólera que arrasó España en 1884, y de la que los habitantes de la población de Monóvar (Alicante) quedaron, sorpresivamente, a salvo.

Los vecinos de aquella localidad, atribuyeron tal prodigio al consumo del anís de la zona. Y tanto fue así que al anís se le empezó a tener por bebida saludable y se le atribuyeron toda suerte de beneficiosas propiedades. Ni que decir que su consumo se disparó.

Y he aquí que tal fenómeno comercial fue aprovechado por algunos avispados comerciantes de licores, que llevaron a cabo campañas de marketing verdaderamente pintorescas.

La que más éxito tuvo fue la de nuestro amigo Bosch, quien observó que en las tabernas, la clientela, a la hora de tomar anís, pedía simplemente «ponme un mono» (apócope de Monóvar).

Un “latiguillo” que le indujo a incluir la imagen de un simio, en el logotipo de la marca de su anís.

El simio en cuestión llevaba en la mano derecha un pergamino con la leyenda: «Es el mejor. La ciencia lo dijo y yo no miento». Pero en este caso en alusión, al prodigio médico de Monóvar, no al mono darwinista de la evolución.

es-el-mejor-la-ciencia-lo-dijo

Y estas son las cuatro teorías sobre el origen de la etiqueta de Anís del Mono. ¿Cuál creéis que es la auténtica? ¿la del mono de América, la del mono creacionista, la del ilustrador o la del mono de Monóvar?

5 Respuestas a “El Anís del Mono

  1. Hola, a mí me parece válida la que se refiere al darwinismo, las otras no explican por qué la cara del mono se parece a Darwin y por qué el cuerpo no es de mono sino de homo sapiens con pelo.
    En cualquier caso, en nuestra vida hacemos cosas porque nos gustan y además tienen uno o varios sentidos, quiero decir que quizá no haya una explicación única, pueden convivir varias.
    Las personas somos complejas y nuestras motivaciones también.
    Un saludo excelente entrada del blog.

  2. Pingback: Publicidad entre líneas. Logotipos con mensaje | The Reporter's Blog

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